Vast Graveyard Of The Missing
 

Esta fue una serie de cinco intervenciones presentadas como parte del programa público de la exhibición Martín Ramírez: His Life in Pictures. Another Interpretation. Sánchez Kane creó una serie de tableaux vivants, una mezcla de performances y esculturas que extendían las profundidades psicológicas y el caos emocional que exploraban las obras de Ramírez, enfocándose principalmente en sus experiencias como migrante. Las intervenciones de lx artista re-utilizaban  indumentaria y esculturas que se habían usado previamente en Nueva York, y este fue el punto medio de un arco que continuó re-contextualizando las piezas de la colección y modificando sus significados, hasta su última versión en la Fashion Week de la Ciudad de México de ese mismo año. 

Para está ocasión institucional que duró una sola noche, lx artista colaboró con el artista Rafa Esparza e incluso reclutó a trabajadores del museo como performers. La primera intervención consistió de una puerta roja colocada en medio de dos performers ataviadxs completamente de rojo, unidos a través de la puerta por una banda de tela cosida en la forma de la silueta de una mano—la misma silueta que había aparecido en metal como un accesorio en Nueva York. La  imagen, que representaba las experiencias complementarias de ser obligado a irse y de ser abandonado, tenía también varias capas de alusiones políticas y personales. La larga tela roja referenciaba las corbatas rojas y feas que usan todos los políticos con caras rojas e iracundas; las modelos usaban sus trajes al revés, aludiendo al aturdimiento que causa el ser forzado a desplazarse; también usaban sombreros similares a los que usa la madre de lx artista y los zapatos tradicionales de la jarana yucateca, el baile tradicional que se práctica en Mérida, su ciudad natal.

Otras intervenciones incluían a un performer usando un chal con la leyenda ‘la violencia de género mata mujeres’ y un brassiere deconstruido hecho de metal —también reciclado de Nueva York— amarrado a unas medias de nylon que se sostenían de las columnas del edificio. Ésto era una alusión a los límites que el espacio público le impone a las mujeres, forzadas a auto-restringirse en nombre de su propia seguridad, contenidas por los bordes no tan maleables que las mantienen ‘en su lugar’. Otra escultura que re-apareció era un artilugio contenedor de agua/mohawk que era en realidad un dispositivo funcional para transportar y alimentar agua a quien lo viste. Rafa Esparza usó una escultura hecha de sombreros apilados y unas botas vaqueras que terminaban en una punta de cuchillo —que más tarde reaparecerían en la presentación de la colección en México— pateándolas para apuñalar unas naranjas: la repetición como un concepto clave en la moda, la necesidad de ser constantemente identificable y de la existencia de múltiples que puedan ser consumidos. Finalmente, en una activación que vinculó las versiones de la colección presentadas en Nueva York, Los Ángeles y la Ciudad de México, apareció la idea de la imagen como huella. Un performer usando la técnica de los mecapaleros para transportar objetos con su frente, jalando dos enormes llantas de tractor cubiertas en pintura roja, dejando rastros sanguinolentos detrás de él.