Aguas Frescas es un espacio de sinfonías mutables, donde los vitroleros, mecánicamente orquestados, giran sus cucharones, produciendo sonidos que actúan como agentes metanarrativos de una horchata colectiva.
Los vitroleros descansan como cuerpos vivos, exhalando tiempo, sudando frío, rodeados de abejas, moscas y mirones. Cada elemento es parte de una red interconectada de poder y agencia: un contenedor resguardando otro contenedor.
Tradiciones, que se abre, se agita y se desbordan. Maniobrando un orificio vivo: un punto de apertura, resistencia y posibilidad.
Bocas secas entregadas al deleite, cuerpos en traducción.
Una asamblea, un juicio o un ritual de archivo bebible.
Malintzin, la primera traductora del español al náhuatl y al maya, es invocada aquí no como traidora, sino como mediadora. Un cuerpo poroso que abre espacio y resiste clausuras.
Traigan la horchata y el albur cacofónico; aquí se viene a gozar.
Las sillas malinches, reinxs del deseo, deciden si penetrar o ser penetradxs.
¿A poco ya le dio sed?