Este fue el segundo desfile de Sánchez Kane en Nueva York, con el que debutó en la New York Fashion Week por invitación de la CFDA (el Consejo de Diseñadores Americanos, por su siglas en inglés) y en el que presentó la colección SÁNCHEZ KANE Primavera/Verano 2018. Ésta marcó el principio de un complejo arco que continuó hasta la presentación de Vast Graveyard of the Missing en el ICA Instituto de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, y en la Mercedes Benz Fashion Week de la Ciudad de México.
En su versión neoyorquina, la colección es heterogénea y exuberante, enraizada en los elementos reconocibles de la ‘mexicanidad’: guayaberas, nopales, hebillas metálicas enormes, rosas y bordados. Todo mezclado con un dejo de absurdismo y un ojo bien calibrado para la observación de las calles de las enormes metrópolis mexicanas, especialmente la forma en que en ellas se disponen los objetos para su consumo. Unx modelo usaba múltiples gorras apiladas sobre su cabeza, como se exhiben en los aparadores de las tiendas; otrx usa una hilera de lentes para el sol, imitando la forma en que las muestran los puesteros. Hay cierta reverencia también por la inteligencia creativa del contrabando: las diversas formas en que la gente pone a trabajar su ingenio para inventar formas de esconder los bienes que necesitan cruzar la frontera EEUU-México. Algunxs de lxs modelos usaban dispositivos para transportar agua, con tubos que la llevan directamente a su boca; otros tenían las prendas puestas al revés, como si se hubieran ido con prisa. El estilismo del show era rudo, más cercano a las calles que a la sastrería, aunque esta presentación también encontró a Sánchez Kane dominando la espiral, el patrón inspirado en los rehiletes, lleno de curvas y agujeros que se convertiría en un elemento central en su carrera.
La idea de la imagen como huella, de las marcas que dejamos atrás, también se exploró en el show en la forma de un performance en que los modelos se fotocopiaron a sí mismos con máquinas en el centro de la pasarela. El gesto re-apareció en la segunda versión en la Ciudad de México, titulada Clase de Bellas Artes con Sánchez Kane, en la que cinco estudiantes de las escuelas de arte locales se ubicaron al final de la pasarela, desnudxs, esperando a pintar a lxs modelos que pasaban frente a ellxs. El estilismo y la presentación de ese show era un poco más pop, y logró re-contextualizar las piezas que se mostraron en Nueva York de forma más romántica, vulnerable. La sastrería tomó más protagonismo, lxs modelos usaron los zapatos delicados de la danza folklórica de Mérida, de dónde es originarix Sánchez Kane, la utilería y los accesorios eran más suaves también, flores y frutas —elementos que también se harían recurrentes en su trabajo.
El ciclo constante de re-usar, reciclar y re-significar es otro elemento central en la obra de Sánchez Kane, mientras es atravesadx por las influencias y experiencias de su vida, las piezas logran asimilar esos nuevos significados. En este caso, lo que comenzó como un desafío a los comentarios racistas de Trump sobre lxs mexicanxs, pudo convertirse en una narrativa sobre las emociones y el sentimentalismo, sobre la vulnerabilidad del proceso artístico.